Add parallel Print Page Options

Que lo repitan los sacerdotes:
«¡Dios nunca deja de amarnos!»
Que lo repitan
los que adoran a Dios:
«¡Dios nunca deja de amarnos!»

Perdida ya toda esperanza,
llamé a mi Dios,
y él me respondió;
¡me liberó de la angustia!

Read full chapter